domingo, 17 de noviembre de 2013

Filip Dujardin: Fictions, arquitecturas ficticias.

Fictions ©Filip Dujardin
“Tal vez las obras provienen de la frustración.
 Quizás realmente quiero jugar a ser un arquitecto.”
Filip Dujardín


Empezaré hoy haciéndoles una confesión. Iba a titular este post "Arquitecturas imposibles" (todo un alarde de originalidad) pero bien pensado, si hacemos excepción de la composición que lo encabeza en la que un trozo de edificio echa a volar como si se tratara de un globo de hidrógeno o una isla-castillo flotante al más puro estilo Magritte, todas las demás imágenes de las fotocomposiciones de Dujardin pueden resultar extravagantes, sorprendentes o incluso delirantes, pero ya no imposibles. Ya no en un mundo en el que algunos arquitectos e ingenieros "estrella" nos han acostumbrado al artificio y el alarde estructural en un ejercicio de malabarismo edilicio en el que la calidad y racionalidad arquitectónicas quedan seriamente comprometidas en favor del espectáculo fácil, que no desde luego barato. Así que mejor lo dejaremos en "arquitecturas ficticias" que conecta además con la palabra "fictions" que es como el propio autor ha titulado a esta serie.
Filip Dujardín es un relativamente joven artista belga nacido en Ghent (Gantes) en 1971. Estudió Historia del arte, especializándose en Historia de la arquitectura, hecho este que pesa definitivamente en su obra. Posteriormente estudió también fotografía e inició una carrera como fotógrafo profesional relacionado con la arquitectura (para quien lo desconozca, es este todo un sector dentro de la profesión y además muy especializado). Fictions es su primera serie con un enfoque artístico que ha sido objeto de exposiciones y notable difusión en publicaciones diversas, aparte de tener una considerable repercusión en Internet, esto último debido a un hecho fortuito a la par que curioso y paradigmático de como se comporta la red: una de sus composiciones más sorprendentes de construcciones en ruinas fue tomada por la imagen real de una ciudad abandonada de la extinta Unión Soviética, siendo replicada hasta en la sopa en un caso de esos que los cursis de las nuevas tecnologías denominan "fenómeno viral". Hay que aclarar que el autor no provocó intencionadamente el asunto, o al menos no está demostrado...
Dujardin se declara a sí mismo como arquitecto frustrado, en un ejercicio de sinceridad intelectual que a mí en particular me parece especialmente loable. No hay por otra parte desdoro alguno en ello, podemos recordar memorables precedentes de arquitectos que han pasado a la historia por su obra en papel ya que su obra edilicia fue nula o insignificante. Empezando por Jean-Baptista Piranessi que se gastó el dinero de la dote de su santa esposa en comprar planchas de cobre (el soporte de sus grabados al aguafuerte) para el resto de sus días, en un ejercicio de sorprendente clarividencia ya que Piranessi apenas construyó una iglesia a lo largo de su vida (y no especialmente destacable) en tanto que su maravillosa obra como grabador constituye una de las cumbres de la imaginería del Barroco. Otra cuestión es que su sufrida esposa llegara a perdonarle algún día, cosa que dudamos...
Por otra parte y volviendo a Dujardin, el extenso conocimiento de la historia de la arquitectura y su iconografía está muy presente en la obra de este artísta y quien esté familiarizado con ella va reconociendo en cada fotocomposición una velada alusión cuando no cita directa de insignes precedentes históricos que van desde las barrocas Carceri del mencionado Piranessi a los delirantes y maravillosos proyectos nunca edificados de los futuristas italianos y constructivistas rusos de pricipios del siglo XX (Lisitski, Ladovski, Melnikov... ) pasando por los sublimes e inquietantes dibujos de los iluministas franceses (Ledoux, Boullée, Lequeu... ) y hasta las mismísimas siete lámparas de la arquitectura de Ruskin. Si me permiten la broma y ya que hablamos de soviéticos, todo un cóctel molotov de la historiografía arquitectónica. Como para muestra vale un botón, les dejo al final del post un ejemplo de un fotomontaje ruso de 1923 y ustedes mismos juzgarán. En cualquier caso, si bien es cierto que la caza de la cita constituye un entretenido y bonito deporte para el entendido en la materia y añade un plus innegable de interés, no es menos cierto que las propuestas visuales de Dujardín son realmente atractivas en sí mismas sin necesidad de una obligatoria segunda lectura ya que la modernidad y limpieza de su lenguaje gráfico les confiere una frescura muy de agradecer. En otras palabras, si no son ustedes expertos en arquitectura no se me estresen lo más mínimo, simplemente relájense, déjense llevar por su instinto, echen su imaginación a volar y disfruten, que es siempre la mejor manera de contemplar arte.
Como  de costumbre, les deseo que tengan un buen domingo, amigos.



Ficciones. © Filip Dujardin

Ficciones. © Filip Dujardin

Ficciones. © Filip Dujardin

Ficciones. © Filip Dujardin

Ficciones. © Filip Dujardin

Ficciones. © Filip Dujardin

Ficciones. © Filip Dujardin

Ficciones. © Filip Dujardin


Ficciones. © Filip Dujardin

Ficciones. © Filip Dujardin

Ficciones. © Filip Dujardin

Ficciones. © Filip Dujardin

Ficciones. © Filip Dujardin

Ficciones. © Filip Dujardin

Ficciones. © Filip Dujardin

Ficciones. © Filip Dujardin

Ficciones. © Filip Dujardin

Ficciones. © Filip Dujardin

Ficciones. © Filip Dujardin

Ficciones. © Filip Dujardin

Ficciones. © Filip Dujardin


Proyecto de rascacielos horizontal en Moscú, fotomontaje. Arqto: Lázar Márkovich Lisitski 1923.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Jesús, menos mal que adviertes a este humilde lector no estresarse lo más mínimo si no se es experto en arquitectura, y añades un sabio consejo acerca de cómo disfrutar del arte.
Confieso (sí, no me duelen prendas) que antes de leer tu artículo, he echado un vistazo a las fotografías de Dujardin, y he tomado por construcciones verdaderas lo que eran fotocomposiciones. Bien es verdad, que cuando las miraba, me venía a la cabeza aquel estribillo que cantaba Don Hilarión en la verbena de la Paloma: “…hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad”… ¡Pero es que incluso tomaba por real la primera de las fotografías…! No sé, pensaba que esos cables que se ven junto a los trozos voladores estarían fabricados con un material similar a los tendones de Dios, por ejemplo.
Luego, cuando he empezado a leer y me he dado cuenta de mi craso error, el constatar mi inocente credulidad casi me cuesta empezar a fibrilar. ¡Tengo la mala costumbre de creerme todo lo que veo!
En fin, me ha consolado un poco el que añadieses que son construcciones delirantes, pero no todas imposibles.
Después, cuando te he oído mencionar a los futuristas italianos, a los constructivistas rusos y las siete lámparas de Ruskin (¡¡ ¿¿?? !!), reconocer (¡doloroso post!) mi supina ignorancia, también me ha puesto al borde de un ataque de hiperventilación. Otra vez más, tus palabras tranquilizadoras acudieron al rescate con aquel sabio consejo al que hacía mención al principio de mi comentario.
En fin, apreciado maestro, como puede deducir de lo que le digo, el haber leído este post suyo ha sido, más que altamente interesante, altamente peligroso para mi salud. Como montar en una montaña rusa, vaya: ¡susto! calma, ¡susto! calma…
Para terminar, decirle que ahora tengo muchas tareas pendientes, porque tengo que buscar algo de información acerca de Lisitski, Ladovski, Melnikov, Ledoux… y comprobar si alguna de las siete lámparas de Ruskin combinaría bien con la tapicería de mis sillones…
Todo sea para que el cerebro de este humilde roedor se lustre un poco con las migajas de sus conocimientos.
Desde la más absoluta admiración, gratitud y respeto, le saluda,
Dixie.

Jesus Risueño dijo...

Estimada Dixie, dicen que sólo los niños y los simples creen todo lo que ven. En su caso lo segundo queda descartado (no hay más que ver su comentario que supera al post) así que reciba mi más sincera enhorabuena por mantener más allá de la etapa infantil esa deliciosa inocencia en la mirada.
Me preocupa que califique mi post de doloroso, nada más lejos de mi intención que inducir la idea de ignorancia en el lector, muy al contrario lo que pretendo es desmitificar toda esa parafernalia de supuesta superioridad intelectual que rodea al arte contemporáneo, si no lo consigo es porque a veces me puede traicionar sin yo quererlo la verborrea propia de las victimas del sistema educativo post-franquista que nos llenaba la cabeza de datos e ideas inútiles... en fín, espero que esto mitigue mi culpa por sumir a los lectores en esa montaña rusa de ideas y comparaciones... Si me permite un consejo, haga lo que yo, cuando note los primeros síntomas del mareo deje de leer inmediatamente y mire las fotografias, esas nunca o casi nunca (omitiré toda alusión a Cecil Beaton) engañan.
Un salúdo afectuoso Dixie, sabe que cuenta usted con mi más sincera simpatia y que la admiración es mutua.
Pd: En castigo a mis pecados me he impuesto la penosa tarea de escribir 500 veces la frase "No volveré a citar a Ruskin más que en presencia de mis abogados".

Anónimo dijo...

Genial esta entrada.

Recomenzar dijo...

Que maravilloso Los colores la magia de los edificios