sábado, 26 de noviembre de 2011

FERNANDO MANSO: MADRID

Palacio de Cristal. Parque del Retiro
El poco estudiado (me parece a mí) fenómeno de la fotogenia tiene algo de misterio insondable que se antoja en ocasiones prejuicio, cuando no creencia rayana en la superstición. Pero la tozuda realidad es que si bien nadie se ha molestado en establecer una teoría mínimamente fundamentada sobre el tema, todo el que hace fotografía constata rápidamente que la cámara establece sobre los sujetos que capta sus propias e inexcrutables leyes, en ocasiones muy injustas, ninguneando tomas que de antemano nos parecían muy bellas mientras que por el contrario otras en principio más anodinas nos muestran una magia inesperada al revelarse.
Viene esta pequeña digresión a cuento porque estoy en total acuerdo con Ángeles Caso, prologuista del libro que nos ocupa cuando afirma que Madrid no es una ciudad especialmente fotogénica. Ciertamente quien conozca bien la urbe y su entorno sabe que hay algo en ellos que por lo general se escapa a la cámara. Es por ello, a mi juicio, aún más valorable el magnifico trabajo que Fernando Manso nos muestra en su exposición y el libro que la recoge, pues tomando la variedad y belleza de su luz como leit-motiv consigue enhebrar un hilo que aúna las imágenes de difícil disparidad que desfilan por esta obra: la ciudad cosmopolita, capital monumental y clásica frente al Madrid de ultramodernas construcciones o los increíbles parajes naturales a un paso tan solo de la capital. Y realmente lo consigue sin esfuerzo porque esta variedad de sujetos se convierte en realidad en un hermoso repertorio de situaciones lumínicas o como el propio autor las define "cambios de climatología": Madrid bajo la nieve, entre la bruma, bajo la luz del atardecer, después de la lluvia...
Detrás de la obra de Manso hay, además de un evidente perfeccionismo técnico, un riguroso método de trabajo que rehuye del diparo fácil que tan en boga está en estos días gracias al advenimiento de la tecnología digital. Contemplando las bellisimas imágenes de este libro, por cierto impecablemente editado, no es difícil imaginarse al autor detrás del trípode que soporta su impresionante cámara de película 12x10 (lo reconozco, la envidia me corroe), aguardando con paciencia infinita, como sólo un pescador veterano sabe aguardar, hasta que llegue la luz deseada, el momento justo de disparar el obturador. Dice el fotógrafo que su imagen del Palacio de Cristal le costó tres semanas de espera... el resultado demuestra que mereció la pena. Manso, que en ocasiones se ha definido como un  pintor frustrado, nos dice en su libro que le gustaría que el espectador lo asociara con una forma de pintar con la luz en la fotografía. A mi humilde juicio lo consigue plenamente.

Catedral de la Almudena
Embalse de Valmayor
Buitrago del Lozoya
Monasterio de San Lorenzo de El Escorial
Alcalá esquina Gran Vía
Vista panorámica de Madrid
Puerta de Alcalá.
Bosque de Finlandia, Rascafría.
Embalse de Pinilla



2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué interesantes son siempre tus comentarios, Jesús! A mí me sirven muchísimo como punto de arranque para pequeñas reflexiones, aunque sean banales, porque no sé nada de técnica fotográfica. Pero poco a poco, y siguiendo el hilo de tus palabras, me voy familiarizando con la terminología del mundo fotográfico, que siempre me pareció tan complicado. Las fotografías de Manso me parecen extraordinariamente hermosas y me pregunto de dónde procede, cuál es el secreto, para que se perciba en todas ellas, esa atmósfera de misterio y romanticismo. En la fantástica “Palacio de Cristal”, es evidente que esa bruma sería suficiente para llenar de magia cualquier espacio físico que se fotografiara, pero…¿y las otras? Me producen la misma sensación: la de contemplar lugares que hubieran sido momentáneamente encantados por los conjuros de un mago. Y es que, probablemente, eso sea lo que en definitiva distingue a un fotógrafo extraordinario de otro que no lo sea. Que el primero es un mago capaz de convertir, con los secretos de su ciencia, los sujetos de sus fotografías en sujetos extraordinarios. ¿Será eso la fotogenia?
Otra cosa que me llama mucho la atención es la cuestión de la luz, a la que tantas veces aludes. Los fotógrafos y los pintores compartís esa misma obsesión: la luz.
Cuando he leído que a Manso le llevó tres meses de espera encontrar la luz que necesitaba para su fotografía, no he podido dejar de recordar aquel famoso y maravilloso corto de Víctor Erice, El sol del membrillo, que protagonizaba Antonio López. También él sufría los caprichosos juegos de la luz que a veces sólo le permitía poder trabajar unos pocos minutos en su lienzo. Los pintores (sólo los buenos) y los fotógrafos, estáis pues a merced de la tiranía de esa luz cambiante que va, viene, desaparece, imprevisible siempre, como una diva caprichosa que a veces os besa y a veces os traiciona.

Y nada más. Bueno, decirte que aunque te prometí que iba a incluir en mi próximo comentario la palabra “escote”, pues, ya ves, no ha venido a cuento…A no ser que forzara un poco el tema… por ejemplo, diciendo: “una caprichosa diva de escote de ensueño…, jajaja. No. Mejor no.
Un saludo.
Dixie.

Jesus Risueño dijo...

Un comentario de lujo Dixie, un millón de gracias.
Lo de la fotogenia va por otro lado, ójala la pusieramos los fotógrafos, que va, que va... es algo que flota en el ambiente y mucho más acusadamente en ciertas personas a la que no se sabe porqué la cámara adora.
En cuanto a la luz, por supuesto que es la misma clave y materia que comparten pintores y fotógrafos. De hecho muchísimos de los mejores fotógrafos de la historia empezaron estudiando pintura o fueron apasionados de la pintura, por ejemplo Cartier-Bresson dejó de fotografiar los últimos años de su vida para dedicarse al dibujo...
Y para acabar con una sección cinematográfica, perdona la corrección pero El sol de membrillo de corto tenía poco, jaja... es más a muchos se les hizo muy largo... no es mi caso porque a mi me apasionan tanto Antonio López como Victor Erice. Y respecto del escote, quedas relevada de toda obligación, no vaya a ser que acabes como García Berlanga, metiendo la palabra AUSTROHÚNGARO en todas sus peliculas aunque fuera con calzador, jajaja...
Ciao Dixie.